Mayo 2020

 

 Algunos errores son demasiado divertidos para cometerlos sólo una vez. (Proverbio australiano)


 Yo continuaba seleccionando fotos de Kriss y subiéndolas a Facebook, siempre expresando una nueva historia de contenido ideológico. Completé la trilogía del Se mira y no se toca –esta vez más imperativo, entre signos de admiración- con una foto sacada por mí en el velero de mi cuñado, durante un viaje al Brasil. Kriss asomaba por la compuerta transparente del techo del camarote, saliendo a cubierta… cuando la vi trepando con dificultad por el agujero, con aquellos muslos curvilíneos terminados en un rotundo culo, frené su salida al instante.
-Esperá, te quiero sacar una foto.
   Y disparé. El resultado fue sencillamente espectacular. Una belleza  captada in fraganti delito, con su culo prohibido incitando al crimen. Los comentarios a esta foto no reflejan admiración, sino urgencia y desesperación…
 
Kriss Jaramillo
8 de mayo a las 23:40
¡Se mira y no se toca!
 
Comentarios
 

Juan Carlos S Ay diosito!

Diego Rafael V Wweeeeee

Marcelo H Q hermoso

Marcelo C Me encanta

Omar S Seguí provocando a distancia esa cola me vuelve loco

Miguel U Q lindo culo x dios

Cristian Z Q ricooo! Asi de mañana para comerloo!

Lucas Sebastian G Toda dale qe va

Lucas R Muy sexy 

 
                                                               ***
Foto de pie junto a un árbol frutal, mostrando una manzana en la mano: tanga verde, haciendo juego con el color de la manzana. Dulzura del fruto y de su carne compitiendo entre sí, y su sonrisa de Eva incitando a morder.
 
Kriss Jaramillo

9 de mayo a las 23:10 · 

La manzana de la tentación... ¡Lástima que no te la podés comer!

 

                                                             ***

Foto en la orilla del mar, tomada a ras del suelo. Ella se yergue de rodillas, volviendo la cara para mirar desde arriba a la cámara, con las manos en la cintura. Malla enteriza negra, colaless.

 

Kriss Jaramillo

10 de mayo a las 14:33  

¿A ustedes qué les parece? ¿Me veo mal a los 54?

 

Comentarios

 

Marcelo C  Donde están los 54 años mmmm estás para comerte

Guillermo Orell Estás bárbara!!

Pablo S espléndida

Eduardo B Belleza

Angel N Estas divina

Raul C Estas rica

Lucas Sebastian G No, para nada, yo tengo 27 y te entro como anillo al dedo

Mario A  Estás re juerte Kriss

Toto P  Guauuuuuu!

Ariel Del B ESTAS PERFECTA

Marcelo H Estas para comerte toda

Jose G Más buena q comer dulce de leche con el dedo bb

Daniel A super sexi kris

Andres P Mmmmmmmm estas para comerte toda

Juan Humberto R Te ves mejor que una mujer joven                                         

 

***

Foto en interior, de pie. Vuelta la cara al espectador, sonriendo. Piel muy bronceada por el sol. Body negro muy ceñido descubriendo las nalgas enteras. Sandalias de taco.  

 

Kriss Jaramillo

11 de mayo a las 22:43

Estoy con ganas de atar a un macho con una correa y hacerlo andar a cuatro patas al lado mío por la plaza, como un perro. ¡Así podré pasear en cuarentena, sin que me pare la policía!

 

Comentarios

Raul C Ya tengo la correa para que me lleves guau guau

     Maxii C Hermosa ke ss mm

Ariel Del B  HERMOSA SOY TU PERRO

Kriss Jaramillo Ya tengo un rebusque... ¡pasea-perros!

Ariel Del B  Kriss Jaramillo SOS HERMOSA CORAZON

Julian D Que hermosura de mujer....Y alta cola

Jose G Mmmm q rika

Toto P Como quisiera ser tu perroooo

Ramon H Sos un bombón asesino

 

                                                                 ***

Kriss Jaramillo

12 de mayo a las 14:33

 

Pregunta: ¿Cuál es tu vocación?
Respuesta: Domadora de hombres.

 

***

Kriss Jaramillo

12 de mayo a las 19:05

 

Vos no querés morirte sin tener algo conmigo.

 

                                                                 ***

Fotograma del video Domando al patriarcado: Kriss luce sus curvas a media luz, montada sobre mí. Yo me fundo con la oscuridad, apenas una masa indiferenciada debajo de ella.
 
Kriss Jaramillo

13 de mayo a las 23:19

 

¡Doma y jineteada!!!

 

Comentarios

 

Maxii C Mmm kiero esta cn vs
                                           

                                                                  ***

Foto recostada sobre la cama, con una pierna flexionada. Tanga negra descubriendo enteramente la cola, zapatos de tacones muy altos. La habitación a su alrededor ha sido esfumada con pinceladas de Corel draw, creando la apariencia de un fuego cromático emanado por su cuerpo.

 

Kriss Jaramillo

15 de mayo a las 23:50

 

A quien esté pensando en lamerme las piernas, y después la cola entera... ¡le dejo la cara roja a cachetazos!

 

Comentarios

     Maxii C Te hago de todo mm

Oscar A Que divina sos bonbon

Lucas Sebastian G Faa me re gustás de dónde sos kiero conocerte

 
***


Saluda a tu amigo nuevo en Facebook, Diego.

20 MAY 2020 18:01

Diego G.

Buen dia

Me dormí viendo tus fotos

Y así me desperté jaja empalmado mal

 
Kriss

¿Caliente conmigo?

Diego G.

Sí, más vale

La gorda dormiaaa

Jaja

 
Kriss

Puedo ir a montarme sobre vos con tu mujer durmiendo al lado?

Me chupás sin hacer ruido, para que no se despierte!

Te apoyo el culo en la cara, y si tu mujer se despierta viéndonos así...

La saludo ¡Hola vecina!

Me vine para acá porque me gusta más su colchón.

Diego G.

Jajajja

Que seria

Me estoy imaginando tu cola sabes

 
Kriss

Sería que cada mañana me meto en tu cama y tu mujer se despierta viéndome sentada sobre tu cara, con tu nariz metida en mi culo!!!

Diego G.

Sigo sin ponerla??


Kriss

"Es que la vecina tiene problemas" le vas a decir...

Diego G.

Sí, problemas con el marido

Kriss

Es sonámbula

Diego G.

Jajaja

 
Kriss

Esa va a ser mi justificación

Que soy sonámbula, no sé lo que hago

Diego G.

Esa sola?

Ja no va a creer

 
Kriss

Sí... la vecina es sonámbula, y se despierta en la casa de al lado, sentada sobre la cara del vecino!!!

 

22 MAY 2020 16:28

Diego G.

Paaaaaa

Me tenés loco che

Como me gustaría conocerte

Y conocer tu voz…

En persona

Y ver realmente de qué serías capaz

Jeje

 

Diego G.

Mmm

Que habrás escrito ?

Kriss

Parece que estás enfermito conmigo

Diego G.

Naaa

 
Kriss

Suelo obsesionar a los hombres

Diego G.

Enfermito no

Caliente

Nomás

Jaja y como estoy al pedo en el trabajo te escribo

Ja

Perdón si te molesto

 
Kriss

Soy medio bruja...

Lo que te escribí de sentarme sobre tu cara con tu mujer al lado... lo hice una vez!!!

Con un tipo que dormía en la playa

Diego G.

Jaja nooo

No te creo

 
Kriss

Ok no me creas

Diego G.

Muero por las maduras

Contame

Lo de la playa

 

22 MAY 2020 18:15

Kriss

Estábamos en una playa con poca gente, entre Mar Azul y Mar de las Pampas, con dos amigas, bastante diablas también. Había un tipo pescando con caña, y la mujer le cebaba mates.

Nosotras nos pusimos en la orilla del mar, de espaldas a ellos...

Y mi amiga fotógrafa se puso a sacar fotos de mi cola.

Estábamos justo frente al matrimonio.

Diego G.

Y?

Jajaja

Dale contame

 
Kriss

Toda la playa vacía, y nosotras nos sacábamos fotos justo adelante de ellos, ni un metro al costado.

Diego G.

Fotos de tu cola??? Mmmmm matame... sos mala con esooooo

Huuuuu

Y entonces... la mujer del tipo?

 
Kriss

¿Qué iba a hacer?

Lo único que podían hacer era mirar.

Y miraban.

Diego G.

Se re enojó con ustedes

 
Kriss

¿Vos vas a la playa?

Diego G.

Si

 
Kriss

Todas las minas se sacan fotos en la orilla

Nadie les dice nada

Aunque hagan poses provocativas

Bueno, estuvimos un buen rato así.

Caminamos hacia Mar de las Pampas y volvimos como una hora después

El tipo se había acostado a tomar sol.

La mujer estaba en el mar.

Ahí le digo a mi amiga: sacame una foto inclinada arriba del tipo

Me le acerqué, y me puse de rodillas, con la cola casi sobre la cabeza del tipo dormido.

Mi amiga sacaba fotos...

Cuando mi sombra le dio sobre la cara al tipo, se despertó

Y me vio a mí sobre él, con la cola muy cerca de su cara

Yo le sonreí

Medio probándolo, a ver qué hacía

El tipo no hizo nada, se quedó quieto.

Yo ahí empecé a bajar la cola despacio, hasta que se la apoyé sobre la cara.

El tipo no reaccionó.

Me le acomodé bien encima

Diego G.

Huuuuu

 
Kriss

La nariz del tipo quedó entre mis nalgas

Te juro que si hubiese tenido más tiempo, hubiera tenido un orgasmo bárbaro

Pero duró apenas medio minuto

Porque la mujer del tipo volvió del mar y nos vio

No sabés la cara que puso!

Cuando lo vio al marido tumbado y a la mina que lo estuvo provocando sentada sobre su cara…

La tipa me empezó a putear

Yo me levanté rápido, porque venía a pegarme

Recién ahí el tipo se levantó y se puso del lado de su mujer, pidiéndome explicaciones por lo que hacía.

Mis amigas y yo salimos a los piques

No les dimos explicaciones, ni nada

Fue divertido...

 

 

   El encierro forzoso de la cuarentena obligó a todo el mundo a buscar alguna actividad útil en casa, y así fueron ordenados placares, arreglados cueritos, cambiadas pilas, encoladas sillas… todo aquello que no atendíamos normalmente, con el ajetreo de nuestros horarios, viajes y obligaciones habituales. Kriss se puso a reordenar las alacenas y bajo mesada de la cocina, atestadas de artefactos y enseres desde tiempo inmemorial. Yo debí asistirla en esta aburrida tarea, para no oír el consabido “nunca hacés nada”.

   La verdad es que hacía falta. Los espacios empezaron a optimizarse a medida que el orden vencía al caos en el interior de los muebles. Dos cajas llenas de conservas, fideos y otros alimentos no perecederos, que por falta de espacio en la cocina afeaban mi estudio, se vaciaron y su contenido encontró milagrosamente lugar en una sección de la bajo mesada. Cuando ella retiró varias sartenes y una licuadora vieja apiladas en desorden bajo la pileta, descubrió al fondo una cacerola llena de agua estancada, donde flotaban hongos amarillentos y filamentos verdes.

-¿Y esto? –exclamé sintiendo una vaharada de olor a podrido.

-No sé, se habrá llenado con agua escurrida de la pileta.

-¡Ah! –exclamé como si hubiese hecho un gran descubrimiento científico- ¡esto debe ser lo que daba olor cuando uno se paraba junto a la pileta, desde hace como un año!

-Y nosotros creíamos que era el desagüe tapado… yo meta echar lavandina, y el olor no se iba. ¡Con razón!

-Nos evitamos llamar al plomero. Nos iba a cobrar la destapación, y el problema hubiese seguido.

   Pasé fastix a la ranura por donde escurría el agua entre la pileta y el granito de la mesada, y se acabó el problema. La cocina quedó hecha un chiche. Limpia y ordenada. Sentí la satisfacción de haber hecho algo útil, algo que últimamente no experimentaba con mi trabajo en Open World.

   Al día siguiente seguimos con los placares del dormitorio de nuestros hijos, ahora desocupado. El placard mayor llegaba hasta el techo, y para llegar a su parte superior debíamos traer la escalera, razón por la cual era el reservorio de la ropa que ya no se usaba más, pero no debía tirarse. Kriss subió dejándome ver sus hermosas piernas desde la perspectiva que más me gusta, y comenzó a sacar bolsas… y bolsas… y bolsas… yo las iba acomodando sobre la cama. Cuando ella bajó, ya no había más lugar donde acomodarlas. Al abrirlas fueron apareciendo: ropa de bebé, escarpines, enteritos usados por nuestros hijos que aún recordábamos, pasados treinta años. Y también: vestimentas folklóricas de España, que habían usado en los actos de la escuela. Una caja de cartón reveló su secreto: ¡la play station de Mateo! Ya debía llevar sus buenos diez años guardada, pero parecía en buen estado.

-Podríamos regalársela a Julito –sugirió Kriss.

   Julito es mi ahijado. Hijo de un matrimonio joven de escasos recursos, yo había aceptado apadrinarlo seis años atrás por recomendación de tía Magdalena, Dios la tenga en su gloria. Nunca me arrepentí tanto. Si la ceremonia en la iglesia me divirtió, el almuerzo que siguió con la parentela de ellos fue de terror. Gente del suburbio, pobre y decente, con valores anticuados y ninguna idea en la cabeza. Año tras año, en el cumpleaños de Julito, habíamos repetido ese ritual torturante, a excepción del año pasado, cuando coincidió con nuestro viaje a Grecia.

-Okey, dejala más a mano, para cuando lo veamos.

-Podríamos ir uno de estos días… No tenemos nada que hacer.

-¡Vade retro!

-No seas tan egoísta. Siempre pensando sólo en vos mismo. El nene se va a poner contento.

   Kriss, aunque cruel a menudo con los hombres que la deseaban, era muy buena y dulce con los niños. Ellos constituían su debilidad. Esa tarde terminamos de ordenar el placard, y a la noche me enteré de que mi mujer había arreglado con Gladys, la mamá de Julito, una visita al día siguiente, a la hora del té. Servus obeat. Cuando se le metía algo en la cabeza, no había manera de disuadirla.

  Por la mañana pasé mi plumero al auto, inactivo en el garage desde hacía dos meses. Aunque la visita no me entusiasmaba, era un alivio salir del encierro después de tantos días. A fin de cuentas, la idea de mi mujer no estaba tan mal. Volví a casa y tramité por Internet el correspondiente permiso de asistencia, pues Fabián y Gladys viven en Claypole, a 30 kilómetros de la capital. Con nuestros papeles en regla, salimos a las cuatro de la tarde hacia allá. En puente Pueyrredón nos detuvo la policía para pedirnos documentos y controlar nuestra temperatura poniéndonos la pistola en la frente. Pasamos a provincia y le metí durante casi una hora, para llegar por fin al barrio de casas bajas aledaño al cotolengo de Don Orione. Estacioné mi coche frente a una casita fea de ladrillos con un jardín descuidado: el hogar de Julito. Gladys salió a recibirnos con una sonrisa, y detrás suyo sus dos vástagos: Tobías, el mayor, que a sus doce años mostraba una pelusilla sobre el labio, y Julio, bastante más alto y flaquito de lo que yo recordaba.

-¿Qué hacés, Julito? –dije agachándome y frotándole el pelo a modo de saludo.

   Mi ahijado apenas me recordaba. Nuestra última visita aquí había sido casi dos años atrás. Toby me saludó tímidamente, y entramos todos a la casa. Gladys estaba preparando lemon pie, y también scons, y un brownie de chocolate. Quería agasajarnos en agradecimiento por la play station para su hijo. Pasamos al fondo de la casa atravesando el dormitorio principal, atestado de muebles y ropa en desorden sobre ellos, a falta de un placard. Seis años atrás estaba igual. Salimos al jardín trasero y encontramos a Fabián de rodillas y con las manos engrasadas, arreglando su moto.

-¡Hola Teo!... disculpame que no te doy la mano, las tengo sucias.

-No te hagás problema.

-Hola Kriss, siempre linda vos.

-Hola Fabi, qué lindo espacio tienen ustedes acá.

-Nunca tenemos tiempo para arreglarlo –se disculpó Gladys.

-No, pero están al aire libre, eso es bárbaro…

   Volvimos al living y Gladys nos sirvió té solo, en espera de las tortas que estaban en el horno. Fabián apareció al rato con las manos lavadas y se sentó a charlar con nosotros. Nuestro único tema de conversación eran los ferrocarriles, pues yo había trabajado en la empresa estatal y ellos tenían cerca las vías del tren, cuyo paso se oía cada tanto. Como se ve, no daba para llenar la tarde. Pero esta vez Fabián quiso llevar la charla por otros rumbos.

-Te vi muy linda en las fotos de Facebook, Kriss.

   Pensé que se refería a la página familiar de Kristalía Morales y no le presté atención. Fabián galanteaba siempre con Kriss delante de su mujer, era un Don Juan de barrio. Por supuesto, ella aceptaba los piropos sin darles trascendencia.

-¿Cómo es que ponés ahí?… “Domadora de hombres”. Ja ja!

   Me sobresalté: Fabián había entrado a la página de Kriss Jaramillo y visto sus fotos más sexys.

-Ah sí… es una broma para divertirme –se justificó Kriss, quien prefería separar erotismo y familia.

-Yo te domo, bebé –bravuconeó Fabian, sin importarle por lo visto la presencia de Gladys.

-¿Qué dijiste? –se violentó Kriss.

-Que te domo, si querés.

-No creo que puedas –respondió ella al instante.

-¿Ah, no?

-No. Más bien soy yo quien te va a domar a vos.

-Apostemos si querés.

-¿Qué apostamos?

   Kriss se estaba transformando ante mis ojos. La madrina amable había desaparecido y asomaba la mujer peligrosa, que no temía enfrentar a los hombres.

-Juguemos a Piedra, Papel o Tijera –propuso Fabián-. El que gane va arriba en la cama, y el que pierde abajo.

-Dale –aceptó Kriss de inmediato.

   Yo miré a Gladys, atónito. Ninguno de los dos habíamos podido frenar esta esgrima verbal entre ellos, no nos dieron tiempo a intervenir. Fue todo demasiado rápido.

-Fabián gana siempre a ese juego –advirtió Gladys.

-Veremos –fue la respuesta.

-El que mate al otro tres veces, gana –fue la consigna.

   Y empezó el duelo absurdo, sin importarle a ninguno de los dos que su mujer o su marido estuviese delante. Yo ya había perdido toda autoridad sobre Kriss, y a Gladys le pasaba lo mismo con Fabián, por lo visto.

-Ya pe yú! –corearon ambos al unísono.

   Kriss cerró el puño haciendo Piedra, y Fabián abrió la mano haciendo Papel. La extendió hasta cubrir el pequeño puño de Kriss, en señal de victoria.

-Uno a cero.

-Va de vuelta.

-Ya pe yú!

Ambos cerraron el puño.

-Ya pe yú!

Ambos hicieron Tijera.

-Ya pe yú!

   Fabián hizo Papel, Kriss Tijera. Ella atrapó la mano de él entre sus dedos, haciendo el gesto de cortar.

-Uno a uno.

-Va otra vez.

-Ya pe yú!

   Fabián hizo Piedra, Kriss Tijera.

-Dos a uno gana Fabián –declaró Gladys.

-Va de nuevo.

-Ya pe yú!

Ambos Piedra.

-Ya pe yú!

 El Piedra, ella Papel.

-Dos a dos.

   Gladys y yo nos miramos: ella deseaba que su marido ganara. A mí, a esta altura me daba igual.

-Va última.

-Ya pe yú!

   Kriss extendió dos dedos haciendo Tijera, Fabián abrió la mano haciendo Papel. Ella lo cortó.

-Gané!!! –gritó levantando los brazos.

-¿Y ahora? –pregunté- No se lo habrán tomado en serio, no? Mejor tomen el té.

   Kriss y Fabián se miraron por unos momentos: sus ojos lo decían todo. Iba en serio. Se levantaron al unísono y entraron al dormitorio sin decir palabra. Yo quedé a solas con Gladys, sin saber ninguno de los dos qué decir. Preferí distraerme con los chicos, que estaban mirando una película de terror en un televisor viejo: The Clown, 8.

-Julito no debería mirar eso, es muy chico –dije, pero Gladys no me escuchaba, absorta en parar el oído a lo que sucedía en el dormitorio.

-Ahora viene la parte en que le salta un ojo –me puso al tanto mi ahijado.

-¿Ya la viste otras veces?

-Sí, un montón.

    Por lo visto, los padres no se preocupaban mucho de lo que veían en la televisión sus hijos.

-Voy a revisar cómo va la torta.

    Gladys se puso de pie y fue a la cocina. Yo la seguí, por no tener nada mejor que hacer. La encontré absorta frente a una mampara de plexiglás traslúcido de color blanco, que a falta de pared, separaba la cocina del dormitorio principal. En ella se proyectaba la sombra de Kriss, de rodillas sobre la cama y con el torso erguido, contoneándose sensualmente mientras se acariciaba los pechos. Al principio no lo vi a Fabián, pero luego comprendí que estaba debajo de ella, con la cabeza casi invisible por tenerla aplastada mi mujer entre sus nalgas. Se oían los jadeos de ella, y los chupetazos de él cuando su boca hacía sopapa en su culo.

-Parece que tu mujer la está pasando bien –comentó Gladys con ojeriza.

   Preferí retirarme, avergonzado por la situación. Gladys siguió en la cocina, preparando los scons y revisando el brownie que tenía en el horno. Media hora después salieron Kriss y Fabián del dormitorio, sin decir palabra. Aquí no ha pasado nada. Gladys trajo el brownie y los scons junto con la tetera dispuesta para una nueva ronda de té.

-Yo sirvo –me apresuré a decir, cuando todos estuvimos sentados de nuevo en los sillones.

-¿Y, campeón? ¿Qué pasó? ¡Parece que te domaron! –dijo Gladys con tono pretendidamente desenfadado, como queriendo restarle importancia a la cosa. Pero había un temblor en el fondo de su voz.

-Sí… ella tuvo un golpe de suerte, nada más –respondió Fabián en el mismo tono.

   Kriss comía en silencio, despreocupada.

-Bueno… ¿qué les parece si le damos la play station a Julito? –propuse, queriendo aligerar el ambiente de la reunión.

   Llamamos al niño y yo le entregué la caja adornada con un moño. El la abrió ayudado por la mamá, y al ver la play se dibujó en su cara una sonrisa de oreja a oreja. No menos contento estaba su hermano. La conectamos al televisor y yo le fui enseñando su funcionamiento.

-Decile gracias al padrino –instó Gladys.

-Gracias padrino –repitió obediente el niño.

   Después de jugar un rato con él, pasé al baño. Había bebido mucho té. Gladys estaba de nuevo en la cocina, horneando la lemon pie. Kriss y Fabián habían quedado solos en el living, sin hablarse. Mientras estaba en el tualet me pareció oír unos susurros provenientes del living. Afiné el oído y pude distinguir claramente: Ya pe yú!... Ya pe yú!... Ya pe yú!... estaban jugando de nuevo, aprovechando la ausencia de sus respectivas parejas. Había un tono de urgencia y secreto en sus voces, no querían ser oídos. Cuando por fin regresé al living, no los vi por ningún lado. Solamente estaba Gladys, cortando en porciones la lemon pie.

-¿Dónde están Fabián y Kriss? –le pregunté.

-No sé. Pensé que habían salido con vos al jardín.

   Nos miramos unos segundos en silencio, y ambos nos dirigimos sin mediar palabra a la cocina. La mampara de plexiglás parecía una pantalla de cine, o más bien, de teatro de sombras, donde se apreciaban perfectamente las siluetas de las dos personas situadas detrás, retozando en la cama. Y la escena nos resultaba familiar: la sombra de Kriss erguida, con las piernas flexionadas alrededor de la cabeza de Fabián, apenas visible como un bulto debajo de ella.

-¡Otra vez ella arriba! –exclamó Gladys, con indignación en la voz.

-Estuvieron jugando al Ya pe yú a escondidas, yo los oí desde el baño.

-Yo también los oí, no te preocupes.

   Ahora se oían algunas palabras en voz baja, pronunciadas por ella:

-Mmmm… sos mi caballito! Meteme la lengua… así! No se te ocurra rebelarte… mirá que te domo a las cachetadas!

   Me alejé de ese lugar de perdición, donde las sombras delineaban un ritual cruel y primitivo, que no debe confundirse con la cópula: el ritual de la doma. Salí al jardín del fondo, donde algunos céspedes mezquinos no lograban vestir la tierra pelada, dura y reseca. Aquí vivían ellos desde siempre, sin haber logrado progresar materialmente. Pagaban el alquiler, y poco más les sobraba para sobrevivir. Los chicos iban a la escuela pública, y sus únicos lujos eran los regalos que nosotros les hacíamos una vez al año. A lo lejos se veía la autopista con sus columnas de concreto, y del otro lado, los extensos terrenos del cotolengo. Al rato volví adentro, y probé una porción de lemon pie. Estaba deliciosa. Gladys seguía en la cocina, ya desentendida de sus deberes de anfitriona para conmigo.

   Rato después vino a sentarse conmigo en el living, con una copa de vino en la mano. Parecía incongruente esta bebida con la merienda, pero me dio la sensación que necesitaba evadirse de la situación. Serían las siete cuando reaparecieron Kriss y Fabián, todavía acomodándose la ropa. Ella estaba algo despeinada, pero le quedaba bien con la polera de lana que llevaba puesta. Se sentaron junto a nosotros y se sirvieron sendas porciones de lemon pie.

-Querés más té? –opté por ofrecerle yo a mi mujer, pues Gladys no estaba de humor para servirla.

-Sí, gracias.

   Serví una ronda de té para todos, sin preguntarles si querían o no. Un silencio incómodo se instaló en la reunión durante algunos segundos, que me parecieron horas. Gladys fue la primera en romperlo.

-Te ganó de nuevo –puntualizó, sin buscar ninguna respuesta de su marido.

  Fabián permanecía callado, sofocando su enojo. En contraste, Kriss se veía encendida por la adrenalina reciente, y un poco arrebolada. Se sirvió otra porción de lemon pie.

-Está riquísima –ponderó.

   Nuevo silencio, esta vez más largo. Yo empecé a preparar la retirada, buscando en mi mente la frase adecuada para anunciarla, pero Gladys se me adelantó.

-¿Por qué no juegan al Ya pe yú de nuevo?

   La miré extrañado. En su expresión vi que no le gustaba dejar las cosas así. Quería revancha.

-No… ya está bien –atiné a decir.

   Pero la última palabra no la tenía yo, sino los jugadores. Se miraron a los ojos, y Fabián instó:

-Dale, una vez más.

   Kriss vaciló unos momentos. No quería arriesgar su victoria. Pero algo en ella quería volver a jugar con fuego, aun a riesgo de quemarse.

-Dale, juguemos.

Se pusieron de pie, uno enfrente del otro. Gladys y yo nos paramos también a ambos lados de ellos, éramos los testigos que convalidaban las reglas de juego.

-A la una… a las dos… y a las tres!

-Ya pe yú!

   Fabián hizo Tijera, Kriss Papel.

-Uno a cero.

-Va de nuevo.

-Ya pe yú!

   Kriss hizo Piedra, Fabián Papel

-Dos a cero.

    Miré a Gladys: apenas podía contener su expectación, ahora que el triunfo estaba al alcance de la mano.

-Otra vez.

-Ya pe yú!

   Kriss hizo Piedra otra vez, Fabián Tijera.

-Dos a uno.

   Kriss no se daba por vencida, estaba bien concentrada en lo suyo.

-Va otra vez.

-Ya pe yú!

   Fabián hizo Papel, Kriss Tijera.

-¡Dos a dos!

   Gladys empezó a mostrar un tic en el párpado. Kriss y Fabián libraban un duelo de miradas, como si cada uno quisiera hipnotizar al otro.

-Va otra.

-Ya pe yú!

   Kriss Tijera, Fabián Tijera.

-Ya pe yú!

   Kriss Piedra, Fabián Piedra.

-Ya pe yú!

   Kriss Tijera, Fabián Tijera.

-Ya pe yú!

   Kriss Papel, Fabián Papel.

-Ya pe yú!

   Kriss Tijera, Fabián Tijera.

   Ambos se tomaron un respiro a la vez. La tensión era tremenda. El tic del párpado de Gladys interesó también su labio.

-Va última…

-Ya pe yú!

   Fabián Papel, Kriss Tijera.

-Wowwwww!

   Kriss saltó de alegría con los brazos en alto, mientras Fabián permanecía inmóvil mirándola, y Gladys salía de la habitación.

-Bueno, chicos… -intervine- ya está bien. Ganó Kriss. Nos vamos.

-¿A vos quién te dio vela en este entierro? –atajó mi mujer, descalificándome-. Fabián… lo prometido es deuda.

   El aludido no dijo una palabra. Le hizo un gesto a Kriss para que ella pasara delante suyo, y la siguió al dormitorio. Yo me serví más té y lemon pie. Toby y Julito seguían meta jugar a la play conectada al viejo televisor. Al menos, ellos sacaban provecho de nuestra visita. Al rato reapareció Gladys y se fue derecho a la cocina. Un morbo secreto la llevaba allí. Yo tampoco pude sustraerme al deseo de espiar lo que sucedía en el dormitorio. Ambos nos paramos frente a la mampara, donde mi mujer y el marido de ella dibujaban con sus sombras una escena obsesionante: Kriss estaba erguida sobre sus piernas flexionadas, como una cobra lista para atacar. Debajo suyo un cuerpo inerte, con la cara aplastada por la curva rotunda de sus caderas. No había piedad para el de abajo. Su karma era chupar. Y chupaba. Cada vez que ella se levantaba un poco, la boca de él sonaba como una sopapa despegándose de su culo. Y volvía a sentársele encima, con más fuerza aún. Kriss se iba excitando con la pasividad de aquel bulto debajo suyo, e imprimió un ritmo furioso a sus culazos, sin hallar resistencia alguna de quien la había desafiado.

-Así que vos querías domarme –le decía entre jadeos, mientras le prodigaba culazos sobre la cara, a más y mejor.

   Fabián no reaccionaba en absoluto a tanto abuso. Tal vez estaba cansado. O tal vez, ella había quebrantado su espíritu. “Esto es una verdadera doma” pensé, “Quebranta el espíritu de una bestia”. Kriss se sentía ya impune y le saltaba sobre la cara de una manera escandalosa, como si debajo suyo hubiese una pelota desinflada, dócil a la forma de sus nalgas. Empezó a lanzar gemidos cada vez más fuertes, a medida que llegaba a un orgasmo salvaje, interminable.

-Ahhhh, ahhhh, ahhhhh, aaaaahhhhh, aaaaahhhhh, aaaaahhhh….

Gladys se tapó los oídos y huyó de la cocina con la cabeza gacha, yo permanecí un rato más hasta que Kriss se apaciguó y quedó inmóvil sobre el tumbado.

   Volví al living y me puse el abrigo para salir. Ya eran las ocho. Habíamos permanecido tres horas interminables en aquella casa. Por fin salieron ambos ya vestidos del dormitorio. Gladys espiaba desde el pasillo.

-Bueno Fabián, -me adelanté hacia él y le palmeé la espalda- ha sido un gusto verlos.  

-Igualmente –respondió como un autómata, sin convicción.

  De su enojo anterior no quedaban rastros. Ahora en cambio tenía la mirada apagada, parecía vencido. “Kriss lo ha domado”, pensé. Gladys no se acercaba, por lo cual preferimos saludarla de lejos agitando la mano.

-Gracias por las ricas tortas. ¡Hasta la vista!

   Los niños nos acompañaron hasta el auto. Kriss se agachó y abrazó a Julito y a Tobías, yo los despeiné un poco a ambos a modo de despedida. Hice sonar la bocina jovialmente y partimos. Durante el trayecto a casa no hablamos, a excepción de un comentario mío:

-Creo que no volveremos a ver a Julito en muchos años.

   Ella no me contestó.









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