Como expliqué al principio, mi matrimonio estaba en crisis. Una crisis terminal, quiero decir. Mi mujer y yo habíamos acordado separarnos, pero la cuarentena obligatoria nos sorprendió juntos aún, sin dar tiempo a que uno de los dos se mudara. Por lo cual yo tendí un colchón en mi estudio, dejándole el dormitorio a ella con la cama matrimonial… pero a veces teníamos sexo, menos por amor que por necesidad. Yo estaba pues una noche en mi estudio, repasando morosamente mi álbum privado de Facebook, donde guardo sus mejores fotos. Estaba todavía fantástica a sus 54 años… claro, había que dar con la foto adecuada, donde no se le notara tanto la edad. Pero con frecuencia aún salía fabulosa, pese a todo. ¿Y si…? No, estás loco, Teo. Tu mujer no. Bueno, ya casi no es mi mujer, me respondía una voz persuasiva. Pero no es joven, Juana de Arco tenía 18. Kristalía Morales la triplica en edad. ¿Y qué…? ¿Acaso muchos no gustan de las mujeres maduras? Bueno, sí, pero una leyenda debe ser joven. ¿Por qué? …
Volví a mirar
las fotos. Estaba endemoniadamente buena. Incluso en las últimas, que le saqué
yo este mismo verano. ¿Y en las de Grecia, el año pasado? Ni hablar. Un minón,
a condición de mostrar sólo sus mejores imágenes… pero esto vale para cualquier
mujer, joven o no. Estaba casi decidido, pero aún me retenía un escrúpulo:
¿estaría ella de acuerdo en que yo use sus fotos? Y si ella no está de acuerdo
¿quién? Ninguna otra me daría permiso, como no fuese una actriz contratada. Y
yo no quería eso. Recordé el carácter libre de Kristalía, su maravillosa manera
de no escandalizarse por nada. Si no era ella mi Juana de Arco, no lo sería
nadie. Así pues, decidí encarnar en ella la leyenda que habitaba mi
imaginación, a riesgo de provocar su enojo.
Miré la foto
del perfil recientemente creado: me gustaba. Era una foto reciente, de apenas
tres meses. A Kriss todavía le daba el cuero para atraer a los hombres, no
cabían dudas… pero yo no me conformaba con presentar a una mujer linda. De
entrada quise mostrarla agresiva con el macho. Por eso dediqué varias horas a
la fotocomposición, a fin de mostrarla montando un caballito de palo. El
resultado de mi intervención no era técnicamente perfecto, pero sí lo
suficientemente bueno como para sentir el ahogo de ese palo atrapado entre sus
piernas… y el caballito de juguete representaba al patriarcado, al cual mi
heroína estaba decidida a domar.
No quise
cambiarle el nombre a Kristalía, su diminutivo iba bien con su personaje. Preferí
omitir su apellido de soltera –Morales- para evitarle un problema laboral, y
opté por el de casada, que no tiene valor legal alguno, y ella jamás usa. Así,
de paso, me incluía en su personaje, del cual yo era el alma mater: Kriss
Jaramillo, hermosa y letal a la vez, como una daga indonesia.
En cuanto a
la foto de portada, elegí una de hace unos ocho años, en blanco y negro. Ella
aparecía de espaldas y volteando la cara de perfil, pero quien viese esas dos
fotos no podría reconocerla aún, pues en la imagen anterior, aunque estaba de
frente, usaba anteojos oscuros. Me dije: vamos despacio, no sé aún cómo ella
reaccionará ante esto, voy a experimentar con desconocidos.
Apenas
publiqué las fotos empecé a recibir solicitudes de amistad y comentarios… todos
hombres, claro, varios de ellos pertenecientes a las Fuerzas Armadas. Mejor, me
dije. Si va a luchar contra ellos, prefiero que sean un ejército. “Gracias por
aceptarme”, lanzaban algunos como globos de ensayo. Los ignoré, no me
interesaba chatear con ellos. Tampoco subiría más fotos antes de que la
directora de Open World aprobara este perfil.
Envié un
mensaje de Watsapp a Selena. “Protagonista del proyecto encontrada” La
respuesta no se hizo esperar: “Ya era hora. Te tomaste tu buen tiempo para hallarla”
“Sabés que tuve problemas de pareja este verano” “Lo sé, por eso la fundación
te esperó tanto tiempo”. Selena se hacía la generosa, pero yo sabía que su
paciencia conmigo era obligada, por haber aceptado mi proyecto George Soros en
persona.
“Quién es”.
“Mi mujer, Kriss Jaramillo”. Silencio elocuente. Se podía sentir la tensión en
la línea… “Es poco profesional. La fundación y la familia no se mezclan”. “Para
esto necesito a alguien de plena confianza, una persona que yo conozca a
fondo”. “¿Pero qué edad tiene tu mujer?” “54”. “No va alguien de esa edad”.
“¿Porqué no?” Selena prefirió no explicar sus objeciones. “A ver sus fotos”,
esto era ya una cortesía, previa al no definitivo. Le envié las de perfil y portada
de la página de Facebook recién creada. “¿Son recientes?” “La de perfil es de
este verano. La de portada tiene 8 años”. “Mostrame más”. Le envié varias de mi
álbum favorito, unas veinte o treinta. “¿De verdad son fotos recientes? No me
estarás macaneando?” “La mitad de las que ves son del último año. Fijate que en
algunas estamos en Grecia, ¿te acordás que fui a mediados del año pasado?” “Sí…
no está mal tu mujer”… “Pero el proyecto se dirige ante todo a la nueva
generación, conviene alguien más joven”. “Selena… ¿vos sabés cuántos pibes mueren
por las mujeres maduras? Y si ella puede con los machos novatos, sería un
golazo” “En eso tenés razón” “Una top model de 20 manejando a un viejo no es
victoria. Pero una de 54 domando a los jóvenes… ¡alquilarían balcones para
verlo!”
“Bueno, vos
sos hombre, sabés mejor que yo lo que atrae a tu género”. “Así es, Selena.
Confiá en mí” “Okey… aprobado”.
A Selena ya
la tenía en el bolsillo. Ahora faltaba Kriss… últimamente no me hablaba, lo
cual hacía más difícil abordarla. Había que esperar la ocasión propicia…
preferí encararla de mañana, ya que se trataba de un asunto laboral. Con el sol
entrando por la ventana, ella estaba acomodando sus papeles frente a la
notebook, después de ducharse. Ya no se ponía linda para mí, pero esa mañana
tenía una teleconferencia con autoridades del Inadi, y se había puesto un
conjunto negro ceñido que le quedaba espectacular. Pensar que esta mujer fue
mía durante más de tres décadas… ahora la sentía muy lejana, inabordable. Como
si fuese una belleza que pasa por la calle.
-Buen día. ¿A qué hora tenés la teleconferencia?
-A las diez y media.
-Son las diez… falta media hora todavía.
-Sí, pero quiero tener todo preparado. No me gusta
improvisar a último momento.
Siempre fue
así. Obsesiva –yo solía decir “perseguida”- por sus obligaciones. Cambiarle las
coordenadas y llevarla al terreno del sexo siempre requirió un acto de valor
para mí, nuevo en cada oportunidad. Siempre hubo un momento de asombro, una
mirada que significaba “¿estás loco, justo ahora se te ocurre?”, porque para
ella casi no había momentos adecuados para eso, a excepción de algún
aniversario o situación especial estilo crucero o vacaciones… y para mí, todo
momento era bueno. Pero yo le cambiaba las coordenadas casi a diario, porque
sabía que tras ese momento ella podía ser una mujer apasionada y maravillosa.
Era el peaje que debía pagar para acceder a su faceta prohibida, un peaje que
últimamente se había puesto demasiado caro, casi imposible de pagar.
-Hay tiempo entonces… necesito hablar con vos.
Su gesto se
endureció. Ya nunca tenía una sonrisa para mí.
-No es sobre nosotros, quedate tranquila. Ya no hay
nada que hablar sobre eso.
Hice una
pausa, esperando tal vez que me contradiga, pero era una esperanza vana. Tomé
aire y proseguí.
-¿Cuánto ganás en el Inadi?
-Limpios, unos 78 mil… ¿vas a pedirme plata?
La
agresividad ante todo. Pero yo no me inmuté, tenía los millones del viejo sapo
detrás.
-La verdad, no ganás mucho.
-No necesito tu plata.
Me reí
mientras sacudía la cabeza. Ya nada le venía bien si venía de mí. Ni un mangazo,
ni un regalo… pero ella no estaba preparada para lo que iba a oír.
-Decime ¿te interesaría un trabajo de medio tiempo en
redes sociales, ganando un millón al mes?
Sonrió
incrédula.
-Como chiste me parece malo.
-¿Y si no fuera un chiste?
Me miró a
los ojos, cosa rara últimamente. En cuanto nuestras miradas se encontraron,
volvió a establecerse la vieja comunicación entre nosotros, y supo que era
cierto.
-¿Un millón limpio?
-Limpito y redondo.
-¿Quién lo paga?
-Yo. Manejo un presupuesto de casi diez millones de
la fundación Open World para un proyecto del cual soy director.
-Qué importante suena. Pero si creés que podés
comprarme con plata, estás equivocado.
-Mirá Kriss… no necesité plata para ganar tu amor
durante toda una vida. Y si ahora tu amor se murió, es cosa tuya. El mío sigue
vivo aún.
-No me des sermones, me aburrís.
-Guardate esos desplantes para tus seguidores… si te
interesa el trabajo.
-¿En serio me estás ofreciendo un millón por mes para
atender una red social?
-Por supuesto.
-¿Y qué tendría que hacer?
-Lo que mejor hacés últimamente. Basurear a los
hombres…
-Vos me estás cargando.
-Para nada. Mirá, esta es la página de Facebook que
acabo de crear para vos.
Abrí la
página y ella vio las dos fotos. No había nada más, excepto una serie de
corazones bajo sus fotos y 25 solicitudes de amistad.
-¿Qué es ese caballito ridículo que me pusiste entre
las piernas?
-El patriarcado.
Sonrió
divertida.
-¿Manejás diez millones para insertar en mis fotos
estos diseños de cuarta con el Paint?
-Ajá.
-No te puedo creer… ¿y qué tendría que hacer yo?
-Chatear con tus seguidores, claro.
-¿Nada más?
-Por ahora, nada más.
-¿Y después?
-No sé. Veremos… quizá montar a alguno.
-Montar ¿en qué sentido?
-Subírtele al cuello a un seguidor, por ejemplo, y
hacer ico caballito.
-Qué propuesta tan rara…
-Bueno, aceptás o no?
-Y la plata?
-A fin de mes te pago tu millón. Religiosamente.
Kriss no
tuvo mucho que pensar, evidentemente. Además del interés económico, mi
propuesta la divertía. Le expliqué detenidamente los objetivos del proyecto
para que supiera cómo encarar los chat con sus seguidores. Ella debía
provocarlos al máximo para explorar sus reacciones. Yo la asistiría soplándole
ideas y ayudándola a forjar su carácter virtual. No debía enternecerse con
nadie, ni ser indulgente con los corazones rotos. Pero esto no hacía falta decírselo,
ya se había vuelto una mujer muy dura conmigo. Yo sería su generador de
historias, subiendo fotocomposiciones que ilustrarían su lucha contra el patriarcado.
Ella debía interpretar mis metáforas visuales, encarnarlas en sus dichos y en
su personalidad.
-Tu misión es acabar con la resistencia del macho a
las nuevas políticas de género. Tenés que infiltrarte en los últimos reductos
del machismo y destruirlos moralmente. Que sean como un equipo acostumbrado a
perder y que se va a la B.
Para mi
grata sorpresa, Kriss encaró la tarea con un entusiasmo y una ligereza de ánimo
desconocida en ella. Tuvo su teleconferencia del Inadi tras hablar conmigo
–lucía radiante de felicidad-, se ocupó de algunas denuncias pendientes, y esa
misma tarde, terminado su trabajo, se puso a chatear con sus seguidores. Yo
quise espiar su chat, pero me lo prohibió.
-Estoy lanzada, no te metas.
No la creía
capaz de compenetrarse tanto con mi propuesta, pero aquí estaba, encerrada en
su habitación y meta teclear. Me fui a dormir y a la mañana siguiente revisé su
chat. Se sonrojó un poco, o eso me pareció. Empecé a leer y mis ojos se fueron
abriendo de par en par. Con el primero que se trenzó en el Messenger ya saltó
la chispa, como si hubiese electricidad:
Luis Alberto P.
23 ABR 2020 19:15
Ahora están
conectados en Messenger.
23 ABR 2020 22:23
Luis Alberto P.
Gracias por aceptar
mi solicitud
Kriss
Acá ando... embolada
con la cuarentena!
Luis Alberto P.
Estamos iguales
Espero que pase
pronto
Kriss
Se me ocurrió hacer
un video erótico montando a mi marido.
Luis Alberto P.
Y mal no estaría, si
lo hacés mandame.
Si tenés a alguien a
quien montar jajja
Kriss
Claro que tengo...
¿pensás que me cuesta conseguirlo?
Luis Alberto P.
No claro que no
Kriss
Ah
Luis Alberto P.
Con el lomo que
tenés
En la foto te ves
muy linda
Kriss
Ya tengo 54... pero
me conservo.
Luis Alberto P.
Ah bien
Una nena
Yo tengo 57
Kriss
La foto del perfil
donde estoy con el caballito es de este verano.
Luis Alberto P.
La verdad tenés un
culo maravilloso
Kriss
Las otras fotos
tienen cinco o seis años... pero mi cuerpo no cambió.
Luis Alberto P.
Estás muy guapa
Kriss
Vos vivís en Las
Toninas?
Luis Alberto P.
No en La Plata
Y vos?
Kriss
En Capital
Luis Alberto P.
Ah mirá
Kriss
Pero voy seguido a
la costa
Me encanta la playa
Luis Alberto P.
Si a mí también
Recorrí toda la
costa en moto
Kriss
Ahora no se puede
salir ni a la esquina...
Luis Alberto P.
Y sí que va a hacer
hay que aguantar
Aunque se pone
pesado
Kriss
Sí, la única
diversión está en internet.
Luis Alberto P.
Si seguro es lo
único
Kriss
Por eso se me
ocurrió hacer el video...
Luis Alberto P.
Está bueno
Como lo pensás
Kriss
Mejor que sea una
sorpresa
Luis Alberto P.
Más intrigante
Kriss
En estos días voy a
filmarlo
Luis Alberto P.
Y tu pareja está de
acuerdo
Kriss
A él lo tengo
domado.
Luis Alberto P.
Ah bien
Sos dominante
Manejas la situación
Kriss
Sí... un poquitín
dominante.
Luis Alberto P.
Eso me gusta
Tomás la iniciativa
Kriss
A los hombres les
gusta...
más de lo que
quisieran admitir.
Luis Alberto P.
Yo lo admito
A mí me gusta
Que sea de carácter,
no sumisa
Kriss
Para mí, el sexo es
una pulseada donde se ve quién tiene más carácter.
Luis Alberto P.
Yo no lo veo así
Kriss
Yo sí. Fui feliz con
tres pibes sin tocarlos ni que me toquen, sólo por ganarles un duelo de
carácter.
Luis Alberto P.
No entiendo
Kriss
Sucedió en un viaje
de egresados, yo doy clases de sociología en una secundaria. Y los pibes me
eligieron como profesora acompañante.
Luis Alberto P.
Yo también te
elegiría jajja
Kriss
Bueno, en el viaje a
Bariloche había tres que estaban calientes conmigo, me tiraban piropos desde
sus asientos en el fondo del micro. Yo no les daba bolilla.
Pusieron reguetón y
empezaron a mandarme indirectas “Si la profe viene al fondo pierde la ropa”,
decían. Uno ya me desafiaba: “No te animás a venir”.
Y meta sacudir las
manos con el pulgar y el índice extendidos, como hacen los raperos. De hecho,
usaban viseras y bermudas largas, tenían puesto todo el uniforme del
delincuente.
Luis Alberto P.
¿Qué edad tenían?
Kriss
Vos sos policía no?
18 recién cumplidos todos.
Seguí. Qué pasó?
Kriss
Que yo me pudrí de sus indirectas y me
fui al fondo
Luis Alberto P.
Noo… los retaste?
Kriss
No es mi estilo. Me saqué el jean y quedé
en pulóver y tanga.
aLuis Alberto P.
Uy los pibes cómo estarían!!!
Kriss
Ni te quieras imaginar. Me recibieron
como a una más de ellos, agitando las manos y apuntándome con el índice al
estilo rapero. Pero por dentro yo creo que estaban asustados.
Les hice recostar sus asientos
totalmente, era un coche cama. Y cuando estuvieron así, los tres acostados uno
al lado del otro, yo me le subí arriba al que estaba en el medio, y me puse a
contonearme al compás de la música, con mi cola a pocos centímetros de sus ojos.
Luis Alberto P.
Mmm le mostraste la
cara de dios
Kriss
No lo dejé tocarme en ningún momento. Le
bailaba sobre la cara suavecito suavecito, paseándole mi piel tersa a
milímetros de sus labios.
Los de adelante se daban vuelta y se
paraban a mirar, nadie se quería perder lo que pasaba. Empezaron a aplaudirnos
y a gritar “eso! eso!”
Era un juego de provocación al límite, pero él no se atrevía a tocarme.
Luis Alberto P.
¿Y los otros dos qué
hacían?
Kriss
Nos apuntaban haciendo los cuernos con el
índice y el meñique… como si la nuestra fuese una danza sagrada, y ellos no
pudiesen intervenir.
Luis Alberto P.
Se acabaron encima
jajja
Se pajeaban
Kriss
En ese momento no,
aunque seguro lo hicieron después, recordando la escena.
Luis Alberto P.
Los dejaste locos jajja
Kriss
Cuando terminó la
canción me levanté intacta y me calcé el jean. No volví a hablarles por el
resto del viaje.
Luis Alberto P.
Que bueno los
educaste
Eso te hace bien,
está bien
Levanté la mirada de la pantalla y me quedé
pensativo…
-¿Fue ese viaje de egresados donde hubo una denuncia?
-La denuncia fue por drogas, nada que ver.
-Pero fue ese viaje.
-¿Y? Los egresados eran todos mayores de edad. No
hubo contacto físico. Si alguno se sintió excitado fue cosa de él.
-Claro, vos no tuviste nada que ver…
-Bueno,
qué te pareció el chat?
-Genial.
Es justo lo que quiero de vos.
-Me
alegro, porque no pienso cambiar mi estilo.
-Ni
lo sueñes. Así vas perfecto.
Abrí mi
notebook y anoté en mi informe para la directora:
Chat con
Luis Alberto P.
La sujeto femenina impuso su discurso en todo
momento. El interlocutor masculino se mostró sumiso y complaciente, evitando
criticarla, incluso cuando ella le cuenta una actitud con la cual él
presumiblemente no está de acuerdo. Al final del relato de la provocación a los
estudiantes, el interlocutor masculino comenta: “Qué bueno los educaste. Eso te
hace bien, está bien”.
La sujeto femenina ha logrado la aprobación
de su interlocutor, imponiendo de hecho su discurso feminista por sobre un
hipotético discurso machista contradictorio, que no se expresa.
En cuanto a la anécdota narrada con los
egresados, constituye una prueba exitosa de carácter. La sujeto femenina se
animó a ir al fondo del autobús cuando los machos novatos la desafiaron, en
cambio éstos no se animaron a tocarla cuando ella los provocó.
La página aún
tenía pocos seguidores, por ser nueva. Acepté todas las solicitudes de amistad,
comprobando que en su mayoría eran veteranos de Malvinas. Los hombres más
aguerridos del país… valdría la pena conocer sus reacciones ante un discurso
feminista radical. Stalckié a Luis Alberto P., para saber con quién se había
trenzado Kriss en su primer chat. Parecía un policía, evidentemente. En los
comentarios a una de sus fotos haciendo asado, vi que alguien lo llamaba
“jefe”. Una alarma interior se prendió, y cuando el tratamiento jerárquico se
repitió en otros comentarios, comprendí que se trataba de un comisario de la
federal. Debía abandonar ese chat ya. Incluso pensé que era prudente eliminar
esa amistad de su página, pero no quise hacerlo de manera inconsulta. Ahora esa
página era de Kriss. Y nuestra colaboración era estrictamente profesional. Yo
podía escribir posts breves, seleccionar sus fotos, generar historias visuales…
pero el chat era suyo. Debía respetar eso.
Redacté un
post ideológico y lo publiqué: Al macho
hay que domarlo, es una cuestión de supervivencia para nosotras. Sería interesante
ver qué opinaban los muchachos de Malvinas al respecto. Luego seleccioné dos
fotos de Kriss en la playa, una en Copacabana hace ya unos años, y otra en
Grecia, el invierno pasado. Las fui publicando una por día, con la misma presentación
provocativa: Se mira y no se toca…
Los
comentarios no se hicieron esperar. “Mmmm… hermosa” comentó Luis Alberto P. a
la primera foto. El comisario quería morder. Este tipo es un peligro, pensé, en
qué estoy metiendo a mi mujer. Acordate que ya no es tu mujer, respondió otra
voz interior. Pero el instinto de protegerla aún estaba vivo dentro mío.
El post
ideológico cosechó seis “Me gusta”, un “Me asombra” y ninguna contestación
crítica. Increíble. Tampoco nadie protestó por el Se mira y no se toca lanzado a modo de provocación junto a sus
fotos sexys en la playa. Al contrario, parecía gustarles esa forma de
presentarse. Escribí en mi informe a la directora:
Post
ideológico y prohibiciones
Los sujetos masculinos –pertenecientes a un
colectivo de ex combatientes decididamente machista- no cuestionaron la
afirmación de que el macho debe ser domado. Si bien esto se debe presumiblemente
al deseo de mantener sus chances de ligar con la sujeto femenina, no deja de
llamar la atención que una declaración insultante para el macho haya quedado
sin respuesta. Ello demuestra que incluso en este guetto social, los valores
del patriarcado están en decadencia.
Las fotos provocativas tampoco fueron
cuestionadas, incluso cosecharon decenas de corazones pese a ser presentadas
como un cuerpo prohibido para los seguidores. Tal actitud indica la
internalización de la prohibición de tocar, y su aceptación dentro del guetto social
analizado.
La
cuarentena había sumido a la ciudad en una quietud de muerte. Yo salía a
caminar por las mañanas, infringiendo el edicto policial, pues nunca me gustó
ser una oveja. Entendía las razones del confinamiento, pero también entendía
que en mis paseos solitarios por las calles desiertas no podía contagiarme, ni
contagiar a nadie. Era una infracción inocua, no una irresponsabilidad. Yo no
ponía en peligro a nadie. Y no hubiese soportado el encierro en casa durante
meses, al fin y al cabo no había cometido ningún delito.
Generalmente
tomaba por avenida de Mayo hasta el bajo, a veces incluso me aventuraba hasta
la costanera. Producía una sensación singular encontrarse completamente solo en
Buenos Aires, la ciudad adquiría un aspecto vagamente amenazante con sus
cúpulas y frontispicios silenciosos vigilando mis pasos. En cierta ocasión un
policía me detuvo, pero yo tenía mi excusa ensayada: iba a vacunarme contra la
gripe en la farmacia. No, las más cercanas a casa no tenían la vacuna, por eso
me encontraba tan lejos de casa. Tras examinar mi documento me dejó ir.
En la
costanera, los camalotes habían formado una alfombra verde abigarrada y perfecta,
todo residuo había sido removido por el pequeño catamarán municipal, que seguía
cumpliendo su tarea en aquella soledad. Podía creer que me encontraba en los
esteros del Iberá, incluso una cigüeña enorme pescaba orugas e insectos entre
las plantas, hundiendo su pico en el agua. Casi parece un yavirú, pensé, uno de
esos zancudos gigantes del Alto Paraná cuya altura alcanza 1,30m, similar a un
muchachito de diez años. La torre de Puerto Madero donde se encontraban las
oficinas de Open World asomaba en el horizonte, soñolienta al sol.
Regresaba a
casa atravesando avenidas y plazas extrañamente prolijas, cuyo césped parejo matizado
por plantas con flores simétricas parecía un gráfico de los Sims. Nunca la
ciudad había sido tan linda.
24 ABR 2020 11:26
Luis Alberto P.
Hola amiga
24 ABR 2020 14:42
Kriss
Estoy trabajando
24 ABR 2020 20:08
Luis Alberto respondió a tu historia
Hermosa cola
Luis Alberto P.
Te lamería entera
Kriss
¡Calentitos los panchos!
Luis Alberto P.
Te gusta provocar,
parece
Kriss
Siiii... Yo acá
provoco a los hombres, les muestro mi cuerpo y al mismo tiempo me burlo de
ellos porque no pueden tocarme... y ninguno se enoja!
Luis Alberto P.
Y por qué se
tendrían que enojar
Kriss
Lo hablamos con mis
amigas, los hombres son muy pasivos.
No entiendo cómo
pudieron dominar a la mujer tantos años.
Luis Alberto P.
Será que se dejaron
hacerlo
Kriss
Sí, se dejaron. Pero
no se van a dejar más.
Y va a ser duro para
ustedes.
Luis Alberto P.
Te pregunto algo
Si puedo preguntar
Yo estaba
espiando el chat sin decírselo desde mi computadora y sentí que ese hombre era
peligroso. Me levanté y fui a golpear la puerta de su habitación.
-Disculpame que te interrumpa, Kriss, necesito
hablarte.
-Ahora estoy ocupada.
-Por favor, es importante.
Abrió la
puerta y se cruzó de brazos frente a mí sin decir palabra. Últimamente me ponía
difícil hablar con ella.
-Ese hombre con el que venís chateando, Luis Alberto…
-¡Estás vigilando mi chat!
Iba a
cerrarme la puerta con violencia en la cara, pero yo puse el pie impidiéndolo.
Casi me fractura el hueso.
-Esperá, oíme –abrí del todo la puerta-. ¡Es un
comisario de la federal!
-¿Cómo lo sabés?
-Lo stalkié. Varios policías lo llaman “jefe”.
Me miró fijo
por algunos segundos… y me estalló una bofetada en la cara. No podía con su
genio.
-¿Quién te dio permiso para espiar mi chat?
Sentí arder
mi mejilla, y al mismo tiempo una erección rebelde me levantó el pantalón.
-Sabés que yo entro a tu página para generar
contenidos. Al fin y al cabo, yo la creé.
-Pero mi
chat es mío, y vos no podés entrar
cuando quieras a leerlo.
-¿Debo recordarte que tus chat son parte del proyecto?
-No, pero sólo podés leerlos después que la
conversación terminó. Me pone nerviosa que me estés espiando mientras chateo
con alguien.
-Ni que fuera tu novio…
Antes de yo
darme cuenta, sentí en mi mejilla estallar otra bofetada. Mi conciencia se
anuló. La abracé y la levanté del suelo, dejándola pataleando en el aire.
-Soltame.
Mantuve por
unos segundos mi abrazo de oso, pero al final obedecí, dejándola resbalar hasta
tocar el suelo. Temía no poder controlarme y cometer una barbaridad. Ella se
apartó de mí y se sentó en la cama. Para mi sorpresa, empezó a quitarse la
ropa: primero la chaqueta, luego el jean... únicamente se dejó una musculosa
ajustada y una tanga negra que le queda fabulosa; pero se volvió a calzar las
botitas de tacones altos. Con esa ropa estaba lista para el amor, y al mismo
tiempo vestida, lista para rechazarme. Yo me quedé viéndola indeciso, sin
comprender sus intenciones. ¿Quería tener sexo conmigo o me estaba provocando?
Kriss se puso
a probarse aros frente al espejo, ignorándome. Yo me le acerqué por detrás y le
besé suavemente los hombros, como hacía el señor Adams con Morticia.
-Vos ya no tenés permiso de tocarme, sabés?
-Podemos hacer una excepción…
La rodeé con
mis brazos y acaricié sus nalgas maravillosas, pero ella se apartó decidida. Con
sus tacones altos llegaba casi a mi altura.
-Yo ya no soy tu mujer –dijo mirándome a los ojos.
-Todavía tengo la libretita roja.
-Tus derechos de marido se terminan cuando yo lo
decido.
-¿Entonces...?
-Suplicámelo.
Me puse de
rodillas. Es lamentable el estatus del hombre en el siglo XXI.
-Te lo suplico –dije mientras le lamía las piernas
como un esclavo.
-No.
-Por favor… -mi lengua recorría sus pantorrillas, sus
muslos y –oh dioses del Olimpo- cuando ella se volteó, la cola entera.
Se quedó un
buen rato así, recibiendo mi homenaje, pero sin permitirme ir más allá.
-¿Qué más dice tu libretita roja?
-Esperá que la busco.
Me fui al
cajón de los documentos y la traje.
-Acá habla del débito conyugal. La esposa debe
complacer a su marido.
-A ver…
Kriss tomó
la libreta y empezó a pasársela por las piernas hasta llegar a las nalgas,
donde se la refregó como si fuese una esponja.
-Mirá lo que hago con tu libreta… ¡me paso tus
derechos por el culo!
Yo sentí una
indignación cívica al oírla, pensé en la Declaración de los Derechos del
Hombre, pensé en Rousseau, en Saint Simon, en Montesquieu… ¡a la mierda con
todos!
-Vos ya no tenés ningún derecho sobre mí.
Quedé
azorado mirándola, sin atinar a nada.
-Pero yo sí tengo derecho sobre vos. Acostate ahí.
Me hizo
recostar en la cama y se me subió encima, apoyando sus nalgas sobre el bulto en
mi pantalón. Me besó con pasión, metiéndome la lengua en la boca, y entre beso
y beso se quedaba sonriendo, consciente de mi deseo… yo quise desnudarme, pero
no me dejó. Puso su dedo sobre mis labios mientras susurraba “shhh”, indicando
con eso que debía callarme y obedecer sin chistar. Luego se irguió y dándose
vuelta, me apoyó el culo sobre la cara: mi nariz quedó hundida entre sus
nalgas, y mi boca justo contra su sexo. Empezó a refregarse como una gata hasta
revelarme su punto más sensible… entonces fue tirar lenguetazos, ya ciego por
el deseo, y ella empezó a gozar, a vibrar, a saltar sobre mí. Todo lo que
bajaba por su sexo lo tragué mientras ella cabalgaba hacia el éxtasis, olvidándome.
Yo había sido anulado, sólo existía en función de ella… y la presión de sus
muslos nerviosos, el ritmo lento de sus glúteos, la tensión de su cuerpo al
experimentar el orgasmo absorbían por completo mi pensamiento, borrando mi ego del
universo consciente. Y en esta nada encontraba mi nirvana.
-Ese tipo puede ser peligroso. Eliminalo de tus
amistades.
-¿Quién, el comisario?
-Sí.
-No pasa nada… despreocupate.
-No te confíes tanto. Un comisario puede hacerte
secuestrar y desaparecer.
-¿Te parece?
-Vivimos en la Argentina, no en Suiza.
Manteníamos
esta charla en la cama, después del amor. Ella feliz y relajada, yo sólo
satisfecho a medias. Kriss me había hecho calentar al rojo vivo, y luego se
había desentendido de mi necesidad. Pero yo ya estaba resignado a considerar mi
felicidad sexual como algo perteneciente al pasado.
-No es prudente jugar al gato y al ratón con un
comisario –insistí-. Puede meterte en un patrullero y violarte.
-Olvidate… yo puedo con él.
Sacudí la
cabeza, nada convencido. Si antes no me hacía caso, menos ahora… comprendí que
debía dejarla hacer las cosas a su aire. A fin de cuentas, este era un proyecto
feminista. Debía ser consecuente con mis principios y renunciar a
sobreprotegerla o darle órdenes.
25 ABR
2020 14:53
Luis Alberto P.
Hola
Kriss
Hola
Luis Alberto P.
Como estas
Kriss
Bien, y vos?
Luis Alberto P.
Bien tranquilo
gracias
Kriss
Querías preguntarme
algo
Luis Alberto P.
Por qué tanta
agresión a los hombres no te gustan, te pregunto con todo respeto
Kriss
Me gustan... para
agredirlos. Lo siento, soy así.
Luis Alberto P.
Sos lesbiana?
Kriss
Noooooo
Luis Alberto P.
No te han tratado
bien
O algún problema de
chica tal vez con todo respeto
Kriss
Prefiero no hablar
de eso.
Luis Alberto P.
Ah bien, por que no
todos somos iguales
Kriss
Es cierto, me ha
quedado un deseo de venganza contra los hombres.
Luis Alberto P.
Pero te gustan
Kriss
Me gusta
humillarlos... disfruto haciéndolo.
Creo que soy sádica.
Un poco.
Luis Alberto P.
Si se nota
Pero a muchos les
gusta eso
Te gusta pegar
Kriss
Yo entiendo que no
es lindo que te humillen.
Pero cuando una
belleza lo hace, a muchos les gusta.
Y hablando de esto,
tengo un proyecto para cuando termine la cuarentena. Es un video.
Luis Alberto P.
A ver contame
Kriss
Todavía no tengo al
partenaire..
Luis Alberto P.
Así como tiene que
ser
Kriss
No puede ser mi
marido, porque el papel es muy humillante.
Y él es el padre de
mis hijos.
Luis Alberto P.
Ah bien
Y como sería la
trama o el guión
Kriss
Yo actúo en escenarios
reales.
No me gusta la
ficción.
Si voy a humillar a
alguien, tiene que ser de verdad.
La idea es salir a
pasear por la plaza...
Con un perro.
O mejor dicho, un
varón que se deje poner la correa en el cuello, y camine al lado mío a cuatro
patas.
La gente lo tiene
que ver.
Van a murmurar,
algunos se van a reír.
Otros van a
señalarnos con el dedo...
Pero nadie se va a
animar a intervenir.
Luis Alberto P.
Me parece que te han
echo mucho daño, que has sufrido mucho
Kriss
Yo paseo con mi
"perro", doy una vuelta entera a la plaza.
Sería al anochecer,
con poca gente en la plaza.
Pero gente tiene que
haber.
El tipo tendría que
ponerse rodilleras.
Si no, se va a pelar
todas las rodillas.
Yo iría de minishort
y botas con tacones.
Luis Alberto P.
Te amo hecho sentir
de esa forma
Kriss
No entendí lo que
querés decirme.
Luis Alberto P.
Alguien te ha echo
sufrir mucho, te hizo sentir muy mal
Kriss
Okey, eso no importa
ya.
Yo soy como soy.
Luis Alberto P.
Si seguro
Pero tal vez si lo
contaras te sentirías mejor
Kriss
No quieras ser mi
sicólogo
¿Se te escapó un
"te amo"?
Eso dirían los
sicólogos que es un acto fallido.
Luis Alberto P.
El corrector del
teléfono jajja, y lejos de ser sicólogo
Solo pensé que
triste es sentirse mal y resentido. Con todo respeto
Kriss
Bueno, el video
terminaría conmigo y el "perro" metidos en algún lugar de la plaza
donde haya bastante vegetación. Yo me saco el minishort y quedo en tanga, el
"perro" me olisquea la cola, como suelen hacer los perros de verdad.
Y ahí yo lo tumbo y
le salto sobre la cara, y lo hago chuparme la concha un rato largo.
Luis Alberto P.
Y te la pone como
perrito
Kriss
No, no lo dejo.
Yo le acabo sobre la
cara, y él se la tiene que bancar.
Humillación total.
Luis Alberto P.
No sé si es tanta
humillación te la chupo
Kriss
Te animarías a hacer
ese papel?
Luis Alberto P.
Y si jajjs
Pero no me humillarías,
me divertiría.
Tal vez no te sirva
como para humillar soy muy divertido jajja
Kriss
Ya vas a ver qué
divertido cuando todos se caguen de risa al verte a cuatro patas.
Podría ser en
Barrancas de Belgrano...
Ahí hay una parte
con arbustos y árboles que rodean una estatua de la Libertad mini, es el lugar
perfecto.
Pero oíme bien: sólo
podés chuparme, nada de querer ponerla. Voy a estar con mi amigo camarógrafo,
es gay pero hace pesas, él te va a poner en tu lugar si te desubicás.
Luis Alberto P.
Vos pensás que me
harías humillar así
Kriss
No me importa si vos
pensás que es Carnaval. Lo cierto es que vas a caminar a cuatro patas al lado
mío, y yo te voy a llevar con una correa. Eso no se olvida.
Luis Alberto P.
Ponele que aceptara
yo llevaría tbien cámaras para que se viera lo real
Kriss
No. Sólo mi cámara.
El video no podría
verlo cualquiera.
Luis Alberto P.
O por un contrato
para que no se distorsionara
Kriss
Lo pondría como
"privado" en You Tube, así nadie más lo puede reproducir ni copiar.
Sería de circulación
restringida.
No público.
Sólo puede
reproducirlo la persona a quien yo le mando el link.
Si esa persona
quiere mandarle el link a otro no puede.
Luis Alberto P.
Te gusta que te la
chupen
Kriss
Me encanta!!!
Es lo que más me
gusta del sexo.
Luis Alberto P.
Tenés que probar
primero solos después vídeo
Kriss
Tiene que ser un
varón, y si es un poco feo, mejor. Con todo respeto.
Luis Alberto P.
A mí me gusta
hacerlo y soy feo
Kriss
No hay prueba
previa. Preparate para ese día, me la vas a chupar en la plaza, acostado debajo
mío, por lo menos media hora, hasta que yo acabe.
Ultimamente me
cuesta un rato acabar, ya no soy ninguna piba.
De más joven podía
acabar tres o cuatro veces en media hora.
Pero los años pasan
factura...
Mándame fotos así
puedo verte
Kriss
Querés más fotos que
las que hay en la página?
Luis Alberto P.
Si mejores qué se te
vea bien
Sin filtro y de cerca
Kriss
A propósito no puse
fotos donde se vea bien mi cara. Soy funcionaria pública, y no quiero que anden
dando vueltas por ahí.
Luis Alberto P.
Estamos en privado
Así nos vamos
conociendo
Kriss
Mirá Luis: no me
pongas condiciones. Si no te gusto cuando me veas personalmente, simplemente te
vas.
Tu única posibilidad
de tener algo con una mina como yo es aceptar hacer de perro, y lamerme la cola
delante de una cámara. ¿Entendés?
Luis Alberto P.
No te enojes
No son condiciones
son sugerencia
Kriss
Te aclaré de entrada
que esto no va a ser fácil para vos, si aceptás hacerlo. Será una humillación
en serio.
No lo verán tu
círculo de amistades.
El video privado de
You Tube es seguro, porque sólo puede reproducirlo aquel a quien yo se lo envío
Y no puede pasárselo
a nadie. El link reenviado no funciona.
Tenés todo el resto
de la cuarentena para pensarlo. No te obligo a nada.
Luis Alberto P.
Pensás que soy el
ideal para hacerlo
Kriss
Eso no lo sé yo, lo
sabrás vos.
Tiene que ser
alguien a quien le apasione chupar un buen culo, y no le importe nada.
Luis Alberto P.
Ah bien califico
jajja
Lo voy a pensar
Si me expongo por
algo que valga la pena
y se pueda disfrutar
la humillación
Kriss
Yo también lo
pensaré, en este tiempo de cuarentena chatearé con otros candidatos.
Que sigas bien.
No voy a
negar que me puse nervioso al leer este chat. Kriss estaba jugando con fuego…
el tipo podía obsesionarse con ella, un tipo armado, con medios para hacerla
secuestrar…
Por otra parte, no dejaba de admirar la forma como lo había puesto entre la espada y la pared. El comisario se iba a pasar el resto de la cuarentena evaluando si valía la pena humillarse en público para llegar a tener algo con la mujer que empezaba a obsesionarlo. Caminar como un perro por la calle, sujetado con una correa por una desconocida… no es algo de que enorgullecerse. ¿Y si lo veían sus subalternos, aquellos que lo llamaban “jefe”? Nadie puede estar seguro de quién termina viendo un video de YouTube… Tomé el cuaderno y escribí en mi informe:
Chat con
Luis Alberto P. (II)
La sujeto femenina ha llevado al interlocutor masculino a un dilema existencial: placer sexual o dignidad. Lo más notable es que el placer sexual ofrecido no es completo, y aún así el macho considera seriamente arriesgar su dignidad y todo su prestigio social para obtener el placer acotado que le ofrece la sujeto. El solo hecho de que esta propuesta no haya sido rechazada de plano por el interlocutor, demuestra que el macho humano no se diferencia tanto de ciertos insectos y arácnidos cuyo macho se dirige ciegamente a la cópula, a sabiendas que la hembra le arrancará y le devorará la cabeza. Este instinto ciego es muy difícil de dominar para el hombre, y constituye una ventaja decisiva para la mujer en su trato con él.
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