Fase 1 del
proyecto: Evaluación.
En el marco
del proyecto para el Empoderamiento Sexual de la Mujer, se han creado una
página de Facebook y un video de YouTube. La primera ha superado ampliamente
los 100.000 seguidores; el segundo se publicó como “video no listado” en You
Tube, únicamente visible para quienes reciban el link correspondiente. Pese a
esta circulación restringida, ya acumula más de 5.000 visualizaciones. Puede
decirse pues que los objetivos de difusión del proyecto en esta primera etapa
han sido cumplidos.
En cuanto al
impacto social, la evaluación se ve necesariamente limitada por el hecho de que
un solo género ha sido testeado en esta fase, a saber, el masculino. Falta
conocer las reacciones del género femenino a esta propuesta de una nueva
actitud sexualmente empoderada de la mujer. Estas serán testeadas en la fase 2.
Así pues, las conclusiones aquí expresadas se refieren a una muestra
poblacional específica, y no pueden extrapolarse a la sociedad toda.
Sin
perjuicio de remitir a lo expresado en las secciones de este informe referidas
a cada test en particular, puede afirmarse de manera general que las reacciones
masculinas a la trasgresión de los valores machistas y a la provocación
sistemática a que los sometió la sujeto femenina han sido sorprendentemente
pasivas.
Ninguno de los enunciados feministas posteados
en la página fue cuestionado. La provocación erótica fue aceptada de manera
unánime como un derecho de la sujeto, indisputable. No ha recibido ni un solo
comentario ofensivo por su forma de provocar la libido masculina a distancia, y
dejarla insatisfecha.
En cuanto a
la trasgresión de los valores machistas, la sujeto llevó el experimento social
al límite, proponiendo a sus seguidores juegos humillantes para el varón que
fueron aceptados, o al menos, no rechazados de plano por ellos, pese a afectar
su dignidad masculina. Ello demuestra la debilidad actual de tales valores,
pues nadie salió a defenderlos.
Con base en
lo anterior, concluimos que el arquetipo del macho se encuentra actualmente
sometido a un avanzado proceso de
deconstrucción. Los varones están preparados para aceptar el papel sexualmente empoderado
de la mujer, sin rebeliones ni cuestionamientos. Esto es especialmente cierto
respecto a los jóvenes -cuya franja etaria oscila entre los 22 y los 37 años-,
sobre quienes la sujeto ejerce un dominio absoluto. Todos parecen socialmente
condicionados para respetarla, como si ella tuviese un status superior.
Como
queda expresado, falta conocer la reacción de las mujeres a esta propuesta.
Unicamente se han registrado tres reacciones femeninas a los post, todas
positivas. Dos de ellas son simples emoticones expresando diversión ante la
identificación del patriarcado con un caballito de palo montado por la sujeto,
y la tercera manifiesta una fuerte aprobación al post “¡Doma y jineteada!”,
comentando bajo el mismo “¡Kriss Jaramillo genia total!”.
Pero
no es una cantidad de reacciones suficiente para constituir una muestra
representativa, y no es posible aún establecer una tendencia.
Se recomienda pasar a la fase 2 del proyecto,
consistente en filmar documentales que muestren la interacción física de la
sujeto con sus seguidores, de acuerdo con las pautas propuestas por ella. La
publicación mediática de tales documentales difundirá a nivel masivo el
personaje de la mujer sexualmente empoderada, marcando el inicio de un nuevo
experimento de ingeniería social.
Guardé el
texto en el archivo de Word, junto con los demás escritos con anterioridad. Mi
informe estaba completo. Abrí Gmail y lo envié a la directora, junto con los
links a la página de Facebook y al video de YouTube. “Tarea cumplida”, me dije,
desentendiéndome por el momento de las complejidades que presentaría la fase 2
del proyecto. Basta a cada día su propio afán.
La
cuarentena llegaba a su fin. ¡Por fin! Tras cien días de aislamiento, la
población salía a las calles tímidamente, pero también, con una sensación de
victoria y festejo. Los jóvenes se preparaban para trasnochar, recuperando el
tiempo perdido en boliches y cervecerías. Una urgencia de vivir ganaba a la
población, todos habíamos cobrado conciencia de nuestra fragilidad, y el carpe
diem era la consigna del momento.
Salí a
encontrarme con una cita cualquiera de Tinder, ya harto de mi mujer y su
desamor continuo. Basta. A preparar la mudanza, se ha dicho. Si algo positivo
había tenido la cuarentena, fue convencerme de que lo nuestro no iba más. Ella,
por su parte, ni se dio por enterada de mis salidas, ocupada como estaba en
construir un nuevo amor falso con su amante de turno. La ciudad entera
recuperaba el movimiento y la vida, como un convaleciente recién salido del hospital.
Puedo recorrer el barrio, puedo parar a comer una pizza en la Americana, puedo
juntarme con amigos a jugar al billar, puedo ir a buscar a mi cita, sea quien
sea, sin que me detenga la policía… ¡a vivirla!
Las oficinas
de Open World reabrían sus puertas. El guardia se seguridad, Raúl, me saludó
efusivamente al entrar.
-¡Cómo le va, señor Jaramillo! ¡Bienvenido!
-Es un placer verlo, Raúl.
Subí a mi
oficina del octavo piso y encontré mi escritorio tal cual lo dejé tres meses y
medio antes, con las pruebas para el nuevo logo de Open World dispuestas en
abanico sobre él. Soy el diseñador gráfico de la organización, además de asesor
creativo. Prendí la computadora y me puse a trabajar en el diseño, mientras a
mi alrededor el movimiento de empleados iba en aumento. Antes del mediodía se
asomó María Marta a mi oficina para anunciarme con aire sibilino:
-Selena quiere verte.
Cerró la
puerta y se fue, haciendo resonar sus tacones irregularmente por el pasillo… era
tan rechoncha, que no podía mantener un ritmo parejo al caminar. Me dio mala
espina. Subí al último piso y me apersoné ante la puerta de Selena. Como no
abría, insistí con el timbre, sin dejarme intimidar por su numerito de
directiva ocupada. Tuvo que abrir enseguida.
-¿Se te pegó el dedo al timbre?
-Como tardabas, pensé que no lo oías.
-Tengo otras cosas que hacer, aparte de atenderte.
-Yo también.
Tras este
intercambio de amabilidades, ella tomó mi legajo y fingió estudiarlo con
detenimiento.
-Acá dice que fuiste diseñador gráfico en Ferrocarriles
Argentinos…
-Sí. Diseñaba los folletos de la empresa. Propaganda
institucional, turismo, esas cosas.
-Qué interesante.
-Mi mejor trabajo fue un video institucional para
celebrar el aniversario número 50 de la estatización. Mostraba trenes pasando a
gran velocidad y operarios trabajando en las vías, con un tema de Pappo como
música de fondo: “Trabajando en el Ferrocarril”.
-Mirá vos… acá veo que te jubilaste al cumplir los 60,
y algunos meses después entraste a Open World, por recomendación de mi querida
amiga Debra Tosso, que es tu cuñada, no?
-Así es. Llevo un año y dos meses en la fundación.
La mala
espina iba creciendo y ya era una lanza, volando derecho hacia mí.
-Vos sabés que envié tu informe traducido al inglés a
las oficinas centrales de Open World en Nueva York, junto con links de tu
página y el video. Lo vio Alisha Stevens, directora ejecutiva de la
organización, y todo su directorio… por poco no me linchan. Rebecca Smith
Wesson, una de las feministas más brillantes del siglo, me escribió un mail
largísimo en inglés, que cuando lo puse en el traductor me horroricé por los
términos que usaba. Amanda Luna, otra grossa de allá, me escribió en español,
explicándome que la fundación no puede presentar a la mujer como una fiera
sexual. Ése fue el término que usó: una fiera sexual.
-No suena mal.
-Esos son términos machistas, que cosifican a la
mujer.
-Vos porque no sabés lo que las fieras sexuales les
hacen a los hombres…
-Guardate tus chistes para vos. El feminismo
internacional tiene una ideología muy definida, y ciertas cosas no entran en
él. Como tu proyecto.
-¿Y el señor Soros qué opina de esto? ¿Lo
consultaron?
-No te quieras agarrar de un clavo ardiendo, Teo.
Soros no interviene en los proyectos de la fundación, sólo pone la plata. La dirección de Open World es enteramente
femenina, y las decisiones ejecutivas las tomamos las mujeres.
-¿Entonces acá vino a pasear nomás?
-Vino a hacer negocios, y pasó a tomar un café con
nosotros.
-Pero se conectó a la reunión de directorio por Zoom.
-Temo que eso fue involuntario. Entre tantas juntas
de negocios y tantas reuniones virtuales con sus ONG, se conectó sin querer con
Open World argentina.
-O sea que mi proyecto se quedó sin apoyo.
-Ni el más mínimo. Yo a tu proyecto no lo vi viable
de entrada, pero la casualidad quiso que Soros estuviera presente cuando lo
tratábamos, y no pude decir que no.
-Entonces trabajé al cuete.
-Yo no sabía en ese momento las proporciones de
locura que iba a tomar tu proyecto, pensé que ibas a hacer algo más light, que
pasara desapercibido. Pero cuando vi la página y el video, supe con seguridad
que era inaceptable.
-¿Y porqué no lo abortaste vos? ¿Para qué mandarlo a
Nueva York?
-Sinceramente, para asegurarme de que a Soros no le
importaba. No quería dar un faux pas, y quedar mal con el creador de la
fundación. Pero desde Nueva York me aseguraron que él no intervendrá en esto,
así que… -bajó el pulgar, para dar por concluido el tema.
-Bueno… supongo que ya estoy afuera de Open World.
-Así es. En Contabilidad te van a liquidar tus
haberes pendientes.
-Hay un tema más. La fundación usó la imagen de Kriss
de manera pública en el marco de un proyecto institucional. Ella debe recibir
una indemnización por sus derechos de imagen.
-Pero el proyecto se abortó…
-Se abortó la fase 2. La fase 1 se completó, de lo
cual da fe mi informe, y las actas y grabaciones de las reuniones de
directorio. La fundación me encomendó llevar adelante este proyecto, en el
marco del cual Kriss expuso su imagen ante más de cien mil seguidores.
-Voy a consultarlo con los abogados de la fundación.
-Van a tener que pagarle derechos de imagen.
-Veremos.
Ambos nos
levantamos y nos dimos la mano. Sin rencores. Bussiness are bussiness.
-Que sigas bien, Teo.
-Igualmente, Selena.
Bajé a
contabilidad, donde me liquidaron haberes, y salí con algunos billetes en el
bolsillo. Ya en la calle, me saludó Raúl.
-¿Se va a almorzar?
-No, me voy forever. Renuncié.
-¿En serio?
-Sí, Selena rechazó mi proyecto, así que… como dicen
los gringos en la frontera con México, “¡Hasta la vista, amigo!”
Nos
estrechamos la mano y partí. Era lo único parecido a un amigo que tenía en la
fundación.
Quince días
después nos reunimos Kriss, su abogado y yo en calidad de testigo, con los
abogados de Open World en una mediación judicial. Su derecho a cobrar
indemnización por uso público de su imagen era indiscutible, así que las
tratativas se centraron en el monto a pagar. Se llegó a un acuerdo por $ 6.000.000
al contado, y costas a cargo de la fundación. Sumados a los tres millones en
concepto de honorarios que yo le había pagado desde abril, Kriss embolsó
limpios $9.000.000 por su participación en el proyecto de Empoderamiento Sexual
de la Mujer, casi el total presupuestado por la fundación para financiarlo. Yo
en cambio recibí unas palmaditas en la espalda.
Como dijo
alguien por ahí: “Cuando los novios se casan, es todo arroz. Y cuando se
separan, es todo pa’ella”.
Una noche de
esas recibí un mail de Raúl, el empleado de seguridad de Open World. Lo abrí en
mi teléfono antes de dormirme. No contenía texto alguno, sólo una foto íntima
donde se lo veía de pie, desnudo, y una mujer arrodillada ante él, practicándole
la fellatio… agrandé la imagen y ya no tuve dudas: ¡era Selena!
Me senté en
la cama, pensativo. Raúl quería presumir de su conquista, evidentemente, pero
no podía contárselo a nadie dentro de la fundación. Al saberme fuera, se animó
a enviarme la foto.
Pero el
motivo de mi reflexión no era ése. Comprendía ahora que el feminismo radical de
Selena era una reacción a su deseo de humillarse sexualmente ante el hombre.
Sus impulsos formaban un par contradictorio: humillación sexual y
empoderamiento social.
Por esa
misma razón las feministas norteamericanas habían rechazado mi proyecto. Ellas
no querían empoderarse en la cama, todo lo contrario. La revolución sexual soñada por mí no tendría
lugar.
Y los
hombres sufrían la misma contradicción que las mujeres. Por eso los veteranos
de Malvinas se doblegaban ante una belleza que los desafiaba, faltando el
respeto a su dignidad masculina. Somos seres contradictorios, todos. Dotamos de
poder al otro, o nos empoderamos en un juego de espejos. La pasión es lo único
que vale. Y quien no puede integrar todas sus contradicciones, termina con un
trastorno de identidad disociativo.
Yo estaba
preparando ya la mudanza. Había comprado un colchón, un sommier y una heladera
para mi nido de soltero. Ahora estaba metiendo mi ropa en la valija. Kriss se
asomó a mi habitación, con los ojos brillantes.
-¿A que no sabés quién me escribió?
-Ni idea.
-Luis Alberto P.
-¿El comisario?
-Ajá. Quiere ser mi perro!
Dejé lo que
estaba haciendo y la miré.
-El proyecto está acabado. No vamos a filmar nada.
-Esto sería sólo por diversión.
-Divertite sola entonces.
-No seas amargo… necesito un cámara con buen ojo para
las tomas.
-Ese tipo es peligroso, ya te lo dije.
-Yo puedo con los hombres.
-No te confíes tanto…
-Todavía algunos me escriben para ser mis diez machos
tumbados.
-Esos son menos peligrosos que el policía.
-Sí, pero no tenemos el gimnasio para hacerlo.
-Ahora tenés plata, alquilate uno.
-¡Ni loca! Esas cosas se hacen cuando se da la
oportunidad, no quiero gastar en eso.
Volví a
acomodar mi ropa en la valija. Debía seleccionar además algunos libros, me
parecía innecesario trasladar la biblioteca entera.
-Pero llevar atado al policía como un perro, eso sí lo
voy a hacer.
De pronto lo
vi claro: el comisario se encontraría con ella en Barrancas de Belgrano, se
dejaría poner la correa al cuello y gatearía al lado de Kriss, mientras un
patrullero daba vuelta a la plaza y se les ponía a la par. Entonces saldrían
dos policías y la meterían en el coche, llevándosela quién sabe dónde, para
violarla. Nadie se atrevería a defenderla contra la policía.
-A vos te gusta la adrenalina, te va a encantar
filmar eso.
-No, gracias.
-Entonces lo llevo a Beto de cámara.
-Como gustes –no le auguré un buen fin al tal Beto.
-Va a ser muy excitante… ya me estoy haciendo la
película!
Cerré la
valija y salí al palier. Todavía me faltaba llevar cosas, pero ya esa noche
dormiría en mi nuevo hogar. Un departamento de soltero, frío y sin vida. Cuatro
paredes que sólo reflejarían mi soledad, no importa quién pasase a visitarme o
se quedara a dormir.
-Adiós –dijo ella, de pronto conmovida al darse
cuenta que una vida juntos terminaba.
-Adiós – respondí, con el corazón destrozado.
E se non ti vedo piú, felice morte!,
pensé, pero no se lo dije.
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