ANIMALES SALVAJES TOMAN CIUDADES VACÍAS POR
LA CUARENTENTA OBLIGATORIA
La ausencia del ser humano en ciertas partes del mundo ha provocado una
"invasión" de animales salvajes en las ciudades, donde se los puede
ver transitar tranquilamente por las calles
La cuarentena obligatoria en ciertos
países del mundo nos está permitiendo experimentar escenas que sólo veríamos en
una película de ciencia ficción. Animales salvajes han empezado a aventurarse a
las ciudades debido a la ausencia del ser humano. Manadas de ciervos se han
visto recorrer las ahora vacías calles de Nara, Japón, una ciudad que cuenta
con más de 300 mil habitantes. En San Francisco, Estados Unidos, los coyotes
están empezando a ser vistos en lugares que antes estaban agolpados
por turistas. En Italia, uno de los países en que el Coronavirus ha causado la
mayor cantidad de infectados, se ha informado de la presencia de jabalíes,
caballos e incluso rebaños de ovejas, recorrer espacios públicos en diferentes
ciudades. Un caso más extremo ha sido la invasión de monos en Lopburi,
Tailandia. Estos primates dependen casi exclusivamente de la comida que los
turistas les ofrecen, pero debido a la ausencia de personas, se han visto
obligados a robar y pelearse por los escasos alimentos que encuentran por ahí.
La Red 21, marzo 22 de 2020.
EN ASTURIAS
UN OSO SE PASEA POR LAS CALLES DE UN PUEBLO APROVECHANDO LA
SOLEDAD DE LA CUARENTENA
Un video grabado por un vecino de Ventanueva,
un pequeño pueblo de Asturias, se ha vuelto viral en redes sociales
23/03/2020 15:04 |
El confinamiento por
el estado de alarma en España ha dejado calles y carreteras vacías, lo
que ha provocado que muchos animales pudieran campar a sus anchas.
Los jabalíes, cabras u osos, que huyen de ruidos y de la presencia de los
humanos, ahora ven como sus fronteras se han abierto para poder explorar
territorios nuevos. Ya hace días que los jabalíes han bajado de la sierra de Collserola para
darse un paseo por la avenida Diagonal o la calle Balmes, zonas muy céntricas
de la ciudad de Barcelona. En la localidad de Chinchilla, Albacete,
un vecino grabó unas cabras montesas paseando y brincando por las
calles.
En un pueblo
de Pontevedra los lobos se adentraron en un municipio
durante la solitud de la noche. Pero una de las
imágenes que más sorprenden es ver un oso paseándose tranquilamente
por la calle de una pequeña localidad de Asturias. Un hecho insólito que,
sin duda, ha sido propiciado por la ausencia de personas por la vía pública. Un
vecino de Ventanueva, una pequeña aldea que pertenece a Cangas de Narcea,
grabó a un oso pardo caminando tranquilamente por la calle durante la noche.
”La disminución de la actividad y
presencia humanas permite que algunas especies de vertebrados, en especial
mamíferos oportunistas, amplíen sus áreas de campeo”, asegura José Luis Viejo,
catedrático de Zoología de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la
junta directiva de la Real Sociedad Española de Historia Natural en National Geographic. Pero aparte
de todos estos casos, los expertos creen que muchos más animales se aventurarán
a adentrarse en el asfalto en los próximos días y semanas, mientras dure el
confinamiento.
En
Madrid se han avistado varias veces zorros en la Casa de Campo, y con el
confinamiento los expertos creen que volverán por la zona o incluso se
atreverán a visitar otras zonas de la ciudad. Aves como urracas, mirlos o, en
áreas costeras, gaviotas, también se adentraran en municipios y ciudades,
aunque su presencia dependerá bastante de los desperdicios que haya en la
calle. Pero los expertos aseguran que no debemos temer por una plaga de ratas y
roedores en las ciudades. Según Viejo las ratas y ratones ya viven en la ciudad
por lo que no es previsible que sus poblaciones aumenten debido al
confinamiento. Una vez recuperemos la actividad normal, según los expertos,
todos estos animales dejarán de adentrarse en ciudades y municipios para
reajustarse a su hábitat natural. Los animales salvajes rehúyen el contacto
humano y les asusta el ruido del tráfico.
La Vanguardia, marzo 23, 2020.
CUARENTENA: SE VIO UN AGUILA DE
COLA BLANCA POR PRIMERA VEZ EN 240 AÑOS
Las medidas de aislamiento adoptadas en diferentes países para frenar la
pandemia del coronavirus obligaron a más de 3.000 millones de personas de todo
el mundo a quedarse en sus casas. La reducción de la
circulación del ser humano no sólo generó beneficios para el medio ambiente,
sino que brindó mayor libertad a distintos animales, muchos de los cuales se
animaron a regresar a sus antiguos hábitats.
La última novedad vino del Reino Unido, donde se avistaron por primera
vez en 240 años águilas de cola blanca, el ave rapaz más grande del país, en su
hábitat natural.
La postal de las águilas de cola blanca no es la primera de este tipo en
el mundo. En Rusia,
se logró captar por primera vez en varios años al leopardo de las nieves, una
de las especies más exóticas del mundo.
Mientras que en Tailandia ,
cientos de monos hambrientos protagonizaron una pelea en la localidad de
Lopburi, luego de que el coronavirus disminuyera drásticamente el número de
turistas en la zona, que suelen alimentar a esos animales.
En Argentina se avistaron pingüinos
paseando por las playas de Miramar, carpinchos en las calles de Necochea y
ciervos de los pantanos en el del delta del río Paraná. En Mar
del Plata, los lobos marinos fueron vistos deambulando por el puerto casi
con total libertad. A su vez, la Agencia de Protección Ambiental de Buenos
Aires (APrA) informó que la calidad
del aire de la Ciudad mejoró en un 50 por ciento entre el 20 y el 25
de marzo, los cinco primeros días del aislamiento obligatorio que decretó el
Gobierno por la pandemia, en comparación al mismo periodo del año pasado.
A su vez, en India se
hizo posible a ver la Cordillera del Himalaya desde 200 kilómetros –algo que no
sucedía hace 30 años- gracias a la disminución de la contaminación que provocó
el cese de actividades industriales y la restricción del tránsito. Algo similar
sucedió en Kenia ,
donde se puede volver a ver el Monte Kenia, la segunda montaña más alta de
África, a una distancia de 136 kilómetros. Finalmente, en Venecia el
agua de los canales se volvió transparente después de que se redujera el
turismo y la circulación de las embarcaciones.
Página 12
El mundo estaba cambiando rápidamente.
Apenas el hombre dejaba el espacio urbano libre, los animales exploraban ese
nuevo hábitat y lo ocupaban. Todos sentimos, de pronto, lo efímero de la
humanidad. Apenas surge un virus y ya nos apagamos como velas…
En
esos primeros días de la cuarentena surgieron teorías conspirativas por
doquier. Hasta los gobiernos se hicieron eco de algunas: Estados Unidos había
diseminado el virus en China e Irán, para acabar con sus enemigos; luego China
dominó el virus, y Estados Unidos lo sufrió en mucho mayor medida, por lo
tanto, China había diseminado el virus para perjudicar a los Estados Unidos.
Bill Gates había planeado todo con
anticipación, organizando un evento para simular una pandemia en octubre de
2019… y todo con el objetivo de vacunar a la población mundial de manera
obligatoria, e introducirle microchips para controlar su vida.
Pero entre tantas hipótesis verdaderas o
falsas, entre tantos rumores, entre tanta paranoia, un relato llamó mi
atención. Un relato escueto, sin comentario alguno, narrado por una testigo al
programa Mundo Desconocido, del youtuber español JL, emitido el 28 de marzo. La
testigo en cuestión se llama Sara W, es una youtuber española que vive en el
sur de Noruega, cerca de Kristiansand. Ella declara en la entrevista con JL que
desde hace un tiempo oye aviones pasar sobre su casa, que por el sonido parecen
cazas militares, y también aviones de pasajeros o carga. Pero esos aviones
carecen de luces de posición, apenas se ven como una sombra oscura volando
hacia el norte.
Lo curioso, desde luego, es que todos los
aeropuertos de Noruega están cerrados por la cuarentena, incluido el de
Kristiansand. Los vuelos comerciales están todos cancelados, y los militares…
bueno, cabe suponer que restringidos también. Pero el misterio se ahonda cuando
Sara cuenta que se comunicó con un amigo que vive en Finnmark, al extremo norte
de Noruega. Dicho amigo también oyó pasar los misteriosos aviones sin luces,
con rumbo al norte. Y uno se pregunta adónde van esos aviones, pues al norte de
Noruega sólo está el océano glacial Artico, sin ninguna tierra habitada a
excepción de Svalbard, el archipiélago donde se encuentra la bóveda del Fin del
Mundo.
Allí se resguardan más de 1400 especies de
semillas de plantas alimenticias para
proteger la biodiversidad en caso de una catástrofe planetaria. Por eso se
conoce dicha bóveda como el Banco Mundial de Semillas, o también, el Arca de
las Semillas. ¿Los vuelos clandestinos se dirigían allí? ¿Y dónde más, si no?
Uno ve Finnmark en el mapa y no hay otra posibilidad. Desde luego, JL y su
entrevistada evitaron especular sobre el objetivo de aquellos vuelos, y menos
aún, quiénes eran sus pasajeros. La censura en You Tube causaba estragos, por
primera vez la plataforma más popular de videos había empezado a cerrar
canales, y JL no quería ser el próximo. De modo que ha sido un gusto hablar
contigo, Sara, y lo mismo digo, JL, que sigas bien.
Una de esas noches de principios de la
cuarentena salí a caminar por la ciudad. Me sentía ahogado en casa. Un aire de
amenaza flotaba en las calles vacías. Al atravesar la plaza del Congreso vi a
unos policías interrogando a los fisuras que acampan enfrente, bajo las
marquesinas del cine Gaumont, ahora cerrado. Proseguí mi camino sin mirarlos,
no quería que me detuviesen. Ya no era libre de caminar por mi ciudad.
El paseo clandestino me llevaba por la
avenida desolada, donde parecía haber caído una maldición. ¿Quiénes volaban a
Svalbard? me pregunté ociosamente, mientras tomaba por Diagonal Sur hacia Belgrano,
vigilado por la estatua ecuestre de Roca y mis pasos haciendo eco en las
fachadas silenciosas. La elite atemorizada por la pandemia, me dije, sean
quienes sean… escapan del virus, como ratas de un barco que se hunde. O tal vez
construyen allí un refugio para resistir una catástrofe mayor. Es lógico que
los banqueros internacionales llegado el caso, inviertan en un Banco de
Semillas…
Volví por Avenida de Mayo y encontré a los
mismos policías interrogando aún a la banda de fisuras del Gaumont. Estaba
pesado el ambiente. Buenos Aires había dejado de ser la ciudad soñadora de
Borges, ahora parecía una ciudad sitiada. Pero el enemigo era invisible.
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